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Un día todo esto va  a cambiar, dijo. Abrió la puerta de la casa y salió a sentarse en el jardín, estaba lleno de rosas y calas de diversos colores, su fresco aroma inundaba todo el lugar. Cerró los ojos y permaneció en silencio unos instantes, dejándose llevar por aquél perfume que lograba revivirla. Agarró su cuaderno de notas y comenzó a escribir algunas líneas.  ¿Algún día cambiaría algo?, es tan triste ser la única que mira la luna y se olvida de sí misma, a tal punto de querer ser ella. Algún día… qué frase más cínica, descomprometedora de toda realidad, falsa e inherente ante los deseos. ¿Mis deseos serán los mismos que los otros, aquéllos lejanos y desconocidos? ¿Será cierto? Entonces,¿por qué estamos tan solos, por qué no nos juntamos todos a contemplar la noche? Al atardecer se ocultan, evitando sentir a mi amiga que se cierne sobre sus cuerpos. ¡Qué distinto podría ser todo! Dejar atrás aquello que sólo quiere matarnos, corrompernos con su poder. Si tan sólo no fuera tan difícil olvidarse de éste mundo capitalista, de las máquinas que buscan persuadirnos y anularnos como individuos, habría menos egoísmo. ¡Qué mal me pone todo esto!, se me entristece el alma de sólo pensar en cuán oscuro está nuestro devenir. Lo único que puede salvar a quiénes todavía permanecen dominados en éste infierno, es el arte. Si tantos ojos no estuvieran cerrados, oprimidos contra los párpados que los sostienen, el sufrimiento sería, solamente, un recuerdo lejano. A veces creo que tengo suerte. No Lidia, ¿qué decís?,¿suerte de sufrir en soledad por lo que nadie puede ver?¿eso es suerte para vos, aislarte de todos por miedo a que te mientan y te engañen como lo hacen ellos continuamente? ¿Llorar en las noches mientras que todos se refugian en sus casas, venerando extraños aparatos que los desapropian del cuerpo? Hay veces en donde estoy segura que no debo ser la única. Deberíamos juntarnos, compartir el dolor y dejar de resignarnos a esto que parece ser la vida. Lo único que nunca podrá corromper éste sistema es la literatura, pero no toda, sino la verdadera; y la poesía, la pureza que las envuelve.  Lamentablemente, sé que no todos están dispuestos a descubrirla, pero bueno, cada uno elige su propia ceguera.

Y luego de cerrar su pequeño cuaderno, con los ojos perdidos y una sonrisa insinuante, agarró su libro favorito y se adentró en su lectura.